Hay una mujer devorante, su lengua es un animal de fuego ,tiene diez filos,
su piel de hielo y un ardiente tajo.
Escala la cumbre del sexo, orbita con sus humedades de cal,
con devoción silenciosa, en la raíz más gruesa quiere ser árbol o ángel o sólo ella,
como si no existiera más que su pasión, se trepa, se abre, se precipita con sus pezones en punta,
se contempla dentro de sí misma con los ojos cerrados, en un vaivén sin retrorno,
saca la nieve, la besa, la oculta, la hace humo en su antigua herida cósmica. Y de nuevo escala
su propio vacío y reposa en su ámbito donde su voraz necesidad la hace estar sola,
aunque ame.
Pedro Salvador Ale
Sola porque inspira miedo, le han dicho.
Aún con las nostalgias que me trae, me gusta mucho este poema.